Un nuevo estudio realizado por tres universidades muestra que la gente con menor categoría (estatus) que ocupa puestos de poder tiende a degradar a los demás, dijo uno de los autores.
La investigación clarifica el por qué los oficinistas pueden parecer groseros o incluso el por qué los guardias de la prisión de Abu Ghraib humillaron y torturaron a los prisioneros en Iraq, dijo el investigador.
En un artículo que será publicado en el Journal of Experimental Social Psychology, los investigadores estudiaron la relación entre la categoría y el poder de un trabajo, comentó Nathanael Fast, profesor asistente de dirección y organización de la Escuela Marshall de Negocios de la Universidad de California del Sur.
El estudio La naturaleza destructiva del poder sin estatus determinó que la combinación de algún grado de autoridad y una categoría percibida como baja puede resultar tóxica.
"Encontramos que las personas que tenían un alto grado de poder y una categoría alta, eran muy agradables", dijo Fast a CNN. "Pero fue la gente que tenía poder y con falta de estatus la que utilizó su poder para exigir a otras personas involucrarse a través de comportamientos humillantes".
En un campo de estudio en el que ahora psicólogos y escuelas de negocios están conjuntamente buscando la forma del cómo el poder determina las relaciones de negocios, los autores del estudio examinaron las ideas sobre cómo la categoría baja es "amenazante y mala" y cómo el poder "libera a las personas para cumplir sus estados internos y sentimientos", señalan los investigadores.
"El mundo quedó impactado cuando en 2004 circularon fotografías de soldados de bajo rango de los EU abusando física y sexualmente de prisioneros de la cárcel de Abu Ghraib, en Iraq", dice el estudio. "Uno podría señalar estos ejemplos para darle soporte a la idea popular de que 'el poder corrompe'".
"Sin embargo, creemos que hay más en dicha historia. Aunque es verdad que los guardias de la prisión tenían poder, es igualmente cierto que sus funciones de trabajo les daban poco o nada de respeto y admiración ante los ojos de los demás. Tenían poder, pero carecían de categoría. Postulamos que la comprensión de las combinaciones de estas dos variables –el poder y el estatus– ofrece ideas clave sobre las causas del comportamiento destructivo y humillante", dice el estudio.
Los investigadores realizaron experimentos con estudiantes a quienes les fueron asignados aleatoriamente una alta categoría bajo el papel de "productores de ideas o una baja categoría bajo el papel de trabajador".
A los estudiantes se les pidió seleccionar de una lista de 10 actividades para que los otros las desempeñaran. Cinco de las órdenes más humillantes fueron: Decir "soy un mugroso", en cinco ocasiones; decir “no soy valioso”, también cinco veces; ladrar como un perro, en tres ocasiones; declarar tres rasgos personales negativos y contar hacia atrás desde el número 500, añadiéndole siete números a cada uno.
Las cinco actividades menos humillantes fueron: Escribir un breve ensayo sobre sus experiencias de hoy, decir una broma jocosaa, aplaudir 50 veces, hacer cinco lagartijas, y saltar 10 veces en una sola pierna, señaló el estudio.
La investigación encontró que "los individuos con papeles de alto poder y baja categoría eligieron actividades más humillantes para sus socios (por ejemplo, ladrar como un perro, decir que "soy un mugroso") que los que eligieron aquellos con cualquier otra combinación de los papeles de poder y categoría".
"Nuestros hallazgos señalan que la experiencia de tener poder sin categoría, ya sea como miembro del ejército o como un estudiante universitario que participa en un experimento, puede ser un catalizador para la producción de comportamientos humillantes que pueden destruir relaciones y obstaculizar la buena voluntad", advirtió el estudio.
Los remedios para tales situaciones incluyen el que los directores más altos le digan a las personas en puestos con alto poder y baja categoría "lo importante que son sus funciones, por lo que cuentan con categoría", dijo Fast.
El prometer bonos o ascensos también podría ayudar, comenta Fast.
Sin embargo, no todas las personas con tales puestos son tan desagradables, añadió.
"Hay muchas personas con estas funciones que tratan bien a los demás, y lo cual es probablemente un aspecto de su personalidad", agregó Fast. "No quiero que todos los que desempeñan esos papeles digan, 'Espere un minuto, yo no actúo de esa manera'". Existen otros factores como la personalidad y la cultura.
El estudio también fue llevado a cabo por Nir Halevy, profesor asistente de comportamiento organizacional en la Escuela de Graduados en Negocios de Stanford, y por Adam Galinsky, profesor de dirección y organización en la Escuela Kellog de Dirección en la Universidad Northwestern.
"Es importante el estudiar el poder y el estatus porque la jerarquía está por todas partes. No puedes escapar de ella,” dijo Fast. “Si estás con familiares o amigos, de voluntario en un comedor para indigentes, o trabajas para una gran empresa, siempre hay una jerarquía".
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